Adiós al dolor gracias a la terapia de campos interferentes

Una muela del juicio que crece torcida, una inflamación que no remite después de una extracción, un diente muerto, un absceso, una inflamación en el nervio o un quiste pueden ser, muy a menudo, el motivo para que un diente, o un punto de la mandíbula, se conviertan en un foco de enfermedad. El cuerpo interpreta estos estados como una dolencia crónica que, muy probablemente, dará lugar a alteraciones en otras regiones  del organismo. Sin embargo, las consecuencias de un foco no se hacen patentes por igual en todos los casos, sino que dependen de la constitución, el historial médico, la ingestión de medicamentos o la genética individual de cada paciente.


Muy especialmente las personas que padecen algún trastorno o enfermedad crónica deberían acudir a un dentista que practique la Odontología Holística. Él podría detectar si existe un foco en la zona buco-maxilar que provoca esos síntomas y pondría en marcha una terapia adecuada. La Medicina y la Odontología Holística han reconocido hace tiempo que el origen de algunas enfermedades relacionadas con otras partes del cuerpo puede encontrarse en un diente enfermo. Existen una serie de focos que tienen consecuencias en otros órganos. El mayor problema es que, en muchas ocasiones, en el foco no aparece dolor ni molestias, por lo cual no siempre es fácil detectarlo.
Efectos posibles

Cuando tenemos que ver con una enfermedad crónica que no responde a ningún tratamiento o, tras su desaparición, vuelve a presentarse una y otra vez, es hora de empezar a pensar en un foco origen de ese trastorno. Todas las medidas terapéuticas que tomemos para luchar contra esa enfermedad sólo incidirán en los síntomas, pero no en el foco, en la causa primera del trastorno.

Enfermedades que pueden tener su origen en un foco en la zona buco-maxilar:

  • enfermedades reumáticas en estadio inicial, antes de que se presenten deformaciones  en las articulaciones,
  • trastornos funcionales en articulaciones y musculatura,
  • neuralgias,
  • migrañas y dolores de cabeza,
  • eccemas y enfermedades de la piel,
  • alergias,
  • problemas constantes, con inflamación, en algunos órganos como la vejiga o la vesícula,
  • problemas de concentración y cansancio crónico.

La red mandíbula-organismo

La Odontología Holística ha superado el pensamiento lineal que reduce la enfermedad a una relación unilateral y unidireccional causa-efecto. Las relaciones que se establecen dentro de nuestro organismo son más complejas. Para explicarlas tenemos que observar las interrelaciones energéticas, una serie de conexiones que convierten a nuestro organismo en un circuito en el que la mandíbula interactúa con otros órganos. Las vías de conexión que ponen en relación las diferentes partes del cuerpo también pasan por los dientes; todo es un sistema integrado. De este modo, cada diente está conectado con otras regiones. Para hablar de estos complejos se usa el término meridianos.  Con estas interconexiones se explica el hecho de que, por ejemplo, un problema de vejiga que nunca termina de curarse pueda tener su origen en un incisivo.

Diagnóstico: estar sano es reaccionar adecuadamente

A esta máxima se apuntan la Kinesiología y la Fisioenergética, que realizan una serie de pruebas en las que se enfrenta al cuerpo a información procedente de diferentes tests de materiales. Puede tratarse de sustancias homeopáticas o de materiales dentales. El organismo reacciona ante las ondas que producen esos materiales y, de esta manera, a través de los reflejos musculares que se desencadenan,  el terapeuta puede reconocer todo el cuerpo por medio de  los campos interferentes. Los trastornos biofuncionales más importantes que presente el paciente se transmiten a través de filtros que dan información, entre otras cosas,  sobre los campos de interferencia dominantes y sobre los meridianos más afectados.

Terapia: limpieza y salud duradera

Si el diagnóstico muestra un foco localizado en la región buco-maxilar, hay que iniciar una terapia individual sobre esa dolencia. Si se trata, por ejemplo, de una muela del juicio que crece torcida, habría que extirparla y limpiar el hueso. En caso de que estemos ante un absceso o una inflamación maxilar no siempre es imprescindible una intervención quirúrgica. Si el diagnóstico de regulación nos muestra que el organismo está capacitado para autorregularse, para sanar por sí mismo, una inflamación puede remitir en muchos casos con ayuda de la homeopatía. En caso de pacientes mayores o enfermos crónicos suele ser más difícil activar estos mecanismos de autosanación. En la  medicina reguladora se habla de metabolismo estancado; hay que acabar con la inflamación y limpiar el hueso en la zona. Entonces sí se puede acompañar la terapia con un tratamiento homeopático. Si el estancamiento del metabolismo es agudo, pueden ser necesarios también otros medicamentos u otros métodos (por ejemplo productos fitoterapéuticos o aplicar drenaje linfático).  
Hoy en día, gracias a métodos innovadores, se puede realizar, en muchos casos, un tratamiento del conducto radicular (endodoncia) sin riesgo para la salud del paciente. Es indispensable sanear en profundidad y obturar cuidadosamente el canal de la raíz dental, que quede limpio de bacterias, tejido necrótico, sustancias tóxicas y otros restos. Para ello se utilizan instrumentos de precisión especiales. Después será el dentista quien determine si lo mejor es practicar la extracción del diente muerto o realizar un empaste. La decisión dependerá de las circunstancias de cada caso.
La terapia de campos interferentes siempre tiene que ir acompañada de un refuerzo de las funciones inmunitarias y una limpieza de productos metabólicos tóxicos con ayuda de la homeopatía o de otras terapias naturales. Con esto se pretende vivificar la capacidad de autocuración del organismo para poder alcanzar la sanación completa y duradera del paciente.

Extracto de un texto de la Internationale Gesellschaft für Ganzheitliche Zahn-Medizin e.V (Sociedad Internacional de Odontología Holística)
www.gzm.org